El origen del atuendo se remonta a finales del
siglo XIX y principios del siglo XX, cuando las vendedoras acudían a la feria
con los tratantes de ganado vestían con modestas batas de percal adornadas con
volantes.
Con los años las clases más pudientes
copiaron el vestido de las trabajadoras del campo, añadiendo más adornos a las
faldas. A partir de la Feria de Abril celebrada en
el año de 1929 el traje se consagró como la vestimenta oficial para acudir al
evento anual. Tradición que se ha mantenido hasta la actualidad, y que ha dado
mucho de sí.
Hoy en día, el traje de flamenca se ha convertido en una prenda imprescindible para cualquier sevillana o andaluza, debido a su tradición y a su corte tan favorecedor para la mujer. Sin embargo no se ha mantenido invariable a lo largo del tiempo sino que ha experimentado modificaciones según la moda de cada época, según los tiempos. Así, en los años sesenta y setenta del pasado siglo, impulsados por el auge económico en España, sus dimensiones se acortaron hasta la media pierna o la rodilla. Fue la época de la niña Marisol. A partir de los años 70, el traje vuelve a su largura tradicional, las faldas se vuelven a cortar más largar y al igual más anchas para no marcar cadera, ciñéndose únicamente a la cintura y cubriendo así las piernas hasta los tobillos.
Las características se decantaron claramente con el paso del tiempo:
Los escotes de pico, redondo o cuadrado, pelo recogido en moño, talle ceñido
que se abre en las caderas a modo de flor y los importantísimos complementos: Las mujeres de los tratante adornaban su pelo con flores silvestres que iban encontrando por los camino. Flores de colores que luego derivaron al clavel rojo, que además de adornar, las perfumaban. Mientras que las de las familias más ricas escogían rosas rojas, blancas, amarillas y rosas. Los complementos ganaron importancia con los años como, collares, pendientes, mantones de Manila...
Por su parte, el traje corto era el de faena de campo y con el que se acudían a las ferias de ganado, a entablar relaciones comerciales con tratantes, vendedores y compradores. Mientras tanto, el sombrero era una prenda que se usaba habitualmente en la época. El traje corto de amazona es una derivación del masculino. Las ferias se profesionalizaron, el flamenco formó parte de este evento y dejo de existir la diferencia entre las clases sociales ya que cualquier mujer vestía este fantástico atuendo.
Es el único traje regional que
vería y renueva y también se puede decir que se reinventa añadiéndole nuevos
complementos y materiales según el paso de la moda por eso podemos decir que es
una “vestimenta viva”.
El traje de flamenca conjuga
tradición e innovación, pues si bien conserva una estructura básica sustentada
en un cuerpo entallado sobre el perfil de la cadera y una falda de volantes, la creatividad
fluye. A partir de los años 90, tras una década de trajes recargado a de
encajes y cintas de raso, el traje de flamenca, en un alarde de sencillez, se
desvistió de adornos, almidón y caderas escondidas, sufriendo una metamorfosis
de la salió vaporoso, ligero y sensual.
Telas sedosas, colores lisos y
el sempiterno lunar comenzaron a envolver a una que luce todo su contorno
bajando talle y volantes. Desnudando los brazos o con ellos pudorosamente
cubiertos, con más o menos volantes. Pero no solo han sido las guapas sevillanas las que se han dejado ver por el real de la feria vestidas con nuestro traje rengional desde Ava Gardner, Grace Kelly o la Reina Sofia e incluso las muñecas de famosa o Barbie, han sido vistas vestidas de flamenca, así como un sin fin de mujeres actrices, periodistas, modelos, etc.
Es más somos tan flamencas que hastas nuestras diseñadoras sevillanas han adaptado el traje de flamenca al clásico traje de novia e incluso los trajes de damitas.
El traje de flamenca se trata del único traje regional que tiene moda, variando su estilo con el paso de los años. Sirva como ejemplo la definición que hizo el pregonero de la Semana Santa de Sevilla, D. Manuel Toro Martínez, en su pregón en el Teatro Lope de Vega en 1979, del traje de flamenca y el baile por sevillanas:
Nuestro traje regional, por ejemplo,
ni tiene un color obligado,
ni siquiera una hechura definida con rigor.
-
- El frío de las marismas le pondrá manga larga
- y abril la señalará corta.
- Llegará al suelo o no,
- tendrá o no volantes según los años,
- y por supuesto, su tela
- no se pesará como en algún sitio.
-
- Nuestro baile exigirá conservar
- la medida que impone el ritmo,
- pero el corazón mandará más en los pasos,
- que el que sean contados.